Cardenales mexicanos con voz y voto en el cónclave
José Robles y Carlos Aguiar participarán en la elección del sucesor del Papa Francisco, aunque expertos ven poco probable que un mexicano sea electo.

En medio del luto por la muerte del Papa Francisco, la Iglesia Católica en México se prepara para participar en uno de los eventos más trascendentales del mundo eclesiástico: la elección del nuevo Papa. Dos cardenales mexicanos, José Francisco Robles y Carlos Aguiar Retes, tienen voz y voto en el cónclave que definirá el rumbo del catolicismo en los próximos años. Sin embargo, sus posibilidades de ser elegidos como el nuevo pontífice parecen ser escasas, según especialistas.
El cardenal Carlos Aguiar Retes, de 74 años, arzobispo de la Ciudad de México, es considerado una figura influyente dentro del clero mexicano. Tiene una visión afín a la de Francisco: una Iglesia abierta, comprometida con los marginados y los más pobres. Su trayectoria académica y su defensa de causas sociales lo colocan como una voz progresista, aunque sin el respaldo suficiente dentro del bloque conservador del Vaticano.
Por otro lado, José Francisco Robles, arzobispo de Guadalajara, ha seguido una línea más moderada y discreta, enfocada en la dignidad humana y en los estragos de la violencia que azota a México. Doctor en Teología y con una larga carrera eclesiástica, es visto como parte del equilibrio interno del clero latinoamericano, pero sin protagonismo destacado en el escenario internacional.
Un consenso que podría llegar rápidamente
El Cónclave Papal, que se lleva a cabo en la Capilla Sixtina, es un evento rodeado de estrictas normas de confidencialidad. Según National Geographic, los cardenales electores permanecen completamente aislados del mundo exterior hasta que se elige al nuevo Papa. Durante este tiempo, juran mantener la integridad del proceso y solo un reducido grupo de asistentes puede interactuar con ellos.
El procedimiento de votación se divide en tres etapas: preescrutinio, escrutinio y postescrutinio. En la primera etapa, se distribuyen las papeletas y se designan los encargados de recoger y contar los votos. Durante el escrutinio, los cardenales emiten su voto de manera secreta. Finalmente, en el postescrutinio, los votos se tabulan, se verifican y luego se queman.
El humo que emana de la chimenea de la Capilla Sixtina es la señal visual para el mundo exterior: humo negro significa que no se ha alcanzado un consenso; humo blanco anuncia la elección del nuevo Papa.
El investigador Roberto Blancarte señaló que, en los últimos años, las votaciones del cónclave no suelen extenderse demasiado. “Ahora las votaciones suelen ser no muy largas, cuatro o cinco escrutinios es un promedio que recientemente se ha tenido”, explicó. Según el experto, es probable que en dos o tres días se alcance un consenso.